domingo, 30 de agosto de 2009

Ocio en clases de filosofía.

Intento liberar mi alma ahora que me ataca la demencia, Palabras rebalsan mi cabeza, salen por mis ojos, me ataca el sentimiento de culpa, un homicido de alguien que nunca lo supo, alguien que simplemente dejó de existir sin saber que o quien la eliminó. El occiso yace en el piso, y me siento culpable por lo que he hecho, sólo espero que se cumpla mi condena, condena de 7 años. Soy sólo un soñador arrepentido, mi crimen, tu inocendia, mi crimen, tu condena. Ves pero no sientes, vacía por dentro y sin conciencia. Me encierro, sólo junto a mis males para no contagiar al resto con mis penas abismales, infiernos públicos pero a la vez, tan personales, hacen que no lleguen a bueno finales. En los anales de esta vida cruel y sin salida, los cómplices no saben de su culpa y uno que otro me quiere matar, los que no se dieron cuenta gozan del privilegio de la vida actual, sin trabas ni tristezas, no son parte de la miserable y desgraciada vida que llevo a cuestas. Así es mi vida, así son mis penurias... Tranquila, pero a la vez excitadamente hago el nudo de la cuerda que me acompañará por la eternidad... No, no hay espacio para la serenidad.

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